
Hace un tiempo os conté que quería escribir un post hablando de las cosas que me motivan – y otras no tanto – de Malasaña. Como bien sabéis los que me seguís habitualmente, este año he sufrido un «ligero» desenamoramiento temporal del barrio, y es que a veces hacer prácticamente el 100% de tu vida, tanto personal como laboral en sus calles, puede llegar a saturarte hasta el extremo. He querido dejar este post para ahora, que en mi cabeza ya está rondando el volver a mudarme al centro, porque no quería escribir algo demasiado pesimista; yo adoro este barrio, con sus pros y sus contras, y siempre lo comparo a una pareja de mucho tiempo, que hay días que te despiertas realmente enamorada de ella y otros en cambio, necesitas perderla de vista. Bueno, así soy yo con las parejas, quizás ustedes gocen de algo más de paciencia… Así que aquí van las diez cosas que me motivan de Malasaña, con sus pros y sus contras… ¡Empezamos!

1. MALASAÑA DA VIDA… Y OTRAS VECES TE RESTA CALIDAD DE VIDA
Yo soy de una ciudad de provincias, preciosa y pequeñita, donde no estamos habituados a ver vida por las calles las 24 horas del día; en mi ciudad los domingos son para estar en casa – aunque eso está cambiando poco a poco – y por eso cuando puse por primera vez un pie en Malasaña, supe que tenía que vivir aquí por lo menos unos cuantos años: Calles llenas de gente, oferta gastronómica con terracitas incluso en los meses más fríos, pequeños comercios, actividades a pie de calle, ocio de lunes a domingo… ¡Así da gusto! Pero querid@s, el problema de toda esta actividad frenética que no para llega cuando vives en una de las calles más transitadas del barrio y cae la noche… Silencio, bendito silencio… ¡No sabes lo que se te puede llegar a echar de menos! Y es que si el ruido de la gente, los gritos de exaltación de la amistad y las canciones típicas de las salidas nocturnas no te permiten dormir, a la mañana siguiente te resultará harto difícil disfrutar de todo lo mencionado en las primeras líneas. Os lo digo por experiencia. Si venís a vivir al barrio, buscad una calle poco transitada, seréis mucho más felices.

2. MALASAÑA ES UN PUEBLO EN MEDIO DE UNA GRAN CIUDAD, CON SUS PROS Y SUS CONTRAS
Vivir en Malasaña te producirá una sensación muy extraña: Te parecerá que vives en una pequeña ciudad en la que dispones de todo, pero en apenas unos pasos, estarás en Fuencarral y Gran Vía, dos de las calles comerciales más conocidas de la capital. Me encanta la sensación de poder salir con tu carrito de la compra e ir a buscar cada producto a un negocio diferente: La carnicería, la pollería, la frutería, la pescadería, una paradita técnica para tomar el cafelito… Pero como en todo pueblo, deberás ser fiel a cada uno de los negocios o si no comenzarán las malas caras…. ¡Qué le voy a hacer si no puedo seguir pagando un mango a 4 €! Tendré que cambiar de frutería, lo siento… ¿Quieres que me arrodille? Porque esto es así, hay negocios que cuando creen tener el monopolio o saben que venden el mejor producto del barrio, en lugar de parecerte que estás en un pueblo, creerás estar en pleno centro de Nueva York.

3. MALASAÑA RESPIRA, A VECES A PASOS AGIGANTADOS (Y ACELERADOS)
Siempre que hablo con gente que venimos de ciudades más pequeñas, coincidimos en decir que una de las cosas que más nos estresa de Madrid es el metro; yo no sé qué les pasa a los madrileños, pero sea lunes a las ocho de la mañana y tengan que ir a trabajar o sábado a las cinco de la tarde y vayan a dar un paseo en barca al Retiro, SIEMPRE, SIEMPRE, parece que tienen prisa. Y cuando llevas años viviendo en Madrid, te conviertes en uno de ellos y haces exactamente lo mismo: Correr de una línea a otra como si no hubiera un mañana es el pan nuestro de cada día, es imposible no caer en ello. Bueno, pues eso podemos trasladarlo a muchos ámbitos, y en Malasaña este tipo de cosas suceden por ejemplo con los negocios: Si no te das prisa en ir a visitarlos, puede que cuando vayas, hayan cerrado y en su lugar te encuentres un Carrefour Express. Inspirar, espirar, inspirar, espirar…

4. MALASAÑA ES TENDENCIA, LLEGANDO A VECES AL EXTREMO DE LA SATURACIÓN Y LA RIDICULEZ
«Malasaña está lleno de modernos»… ¿Cuántas veces lo habéis escuchado? Y sí, es cierto, no cabe duda de que por lo general, los vecinos de este barrio son muy coquetos y se preocupan por la estética – sí, sí, incluso el que parece recién levantado, que no os engañen. Mentiría si os digo que yo no me dejo influir por lo que lleva la gente puesto o lo que veo en los escaparates y es que, tratando siempre de ser fiel a mi estilo, me influyen las tendencias como a (casi) todo hijo de vecino. Quien diga que no, miente. Pero os diré una cosa – que seguramente no le sorprenderá a los que viven aquí – he llegado a ver cosas que rayan la estupidez: Mes de diciembre, 22 horas, menos 2 grados, un tipo en bermudas, calcetines blancos hasta la rodilla y chanclas de ducha… Querido, tú no creas tendencia, tú tienes un problema… Y como éste, mil ejemplos. Algunos deberían aprender que a veces los límites no están para saltárselos, especialmente cuando dejas de ir vestido para ir disfrazado.

5. LOS NEGOCIOS EN MALASAÑA SON ORIGINALES Y ESPECIALES, PERO CUANDO ALGO GUSTA… ¡TODOS A UNA!
Cuando en medio de una ciudad encuentras un local decorado con muebles vintage, te paras a mirarlo – e incluso a tomar algo – porque te resulta curioso; cuando una pastelería vende pasteles o magdalenas llenos de color y rellenos deliciosos, no te importa rascarte un poco más el bolsillo y probarlo; cuando una tienda vende ropa estampada de esa que se ponía tu madre cuando era joven, entras e incluso te atreves a llevarte alguna prenda que te ayude a verte diferente al resto. Pero… ¿Y si tu calle se llenase de bares decorados con muebles que te recuerdan a la casita del pueblo de tu abuela, de negocios que te clavan por una porción de tarta lo mismo que pagarías en el supermercado por todos los productos y te la pudieses hacer tú en casa o de tiendas que traen hawaianas como churros? En Malasaña sobran sitios hipercuquis y faltan sitios que te pongan una caña con un pincho de tortilla y cacahuetes… ¡Tapas de toda la vida, señores! ¡Eso es lo que queremos!
¡Y ojo! A mí me encantan ese tipo de negocios, los frecuento muchos días, pero me parece surrealista que sea más sencillo encontrar combos de sushi que un pepito de ternera… ¡Y no saben cuánto lo echo de menos!

6. EN MALASAÑA TODO ESTÁ PERMITIDO… ¿ESO ES SIEMPRE BUENO?
A mí personalmente no me importa que la gente beba en la Plaza Dos de Mayo una lata de cerveza al caer la noche, de hecho reconozco que alguna vez lo he hecho y que se está la mar de bien – a veces incluso mejor que sentada en una terraza; tampoco me molesta – es más, me encanta – que la gente cuando redecora su casa baje los muebles a la calle para tratar que alguien le de una segunda vida. Son cosas que pasan en Malasaña de manera habitual y no le vería ningún pero si no fuese porque en ocasiones, la gente es muy guarra: Si bebes en la Plaza, no dejes la lata tirada en el suelo al marcharte y mucho menos mees contra la fachada de un edificio; si te quieres deshacer de muebles que están destrozados o colchones que tienen más manchas que un dálmata, avisa a los servicios de recogida: NADIE los va a reutilizar porque dan asco.
No sé cuál es la solución a este tipo de problemas, pero de verdad os digo que a veces despertarse en este barrio y bajar a pasear a tu perrito tan tranquilamente de buena mañana es peor que una ginkana. Lo que se llega a ver por las calles a las nueve de la mañana de un sábado sólo los sabemos los que somos vecinos de este barrio, que vamos saltando obstáculos pasito tras pasito… No sé si las multas son la mejor medida, pero desde luego está claro que falta mucho civismo por parte de algunos y, lamentablemente, nos afecta a tod@s.

7. HACER VIDA EN EL BARRIO ES MARAVILLOSO, PERO RECUERDA… ¡HAY VIDA MÁS ALLÁ DE SUS FRONTERAS!
Vale que Malasaña tiene (casi) de todo y es muy divertido, pero os recuerdo que cerca tenemos otros tantos barrios madrileños maravillosos que os ayudarán a desconectar y a ver la vida desde un prisma distinto (y muy necesario). Vivir, trabajar y disfrutar del ocio y del tiempo libre en el barrio, puede llegar a saturar, así que ya sabes, organiza tu agenda semanal y propónte descubrir otros rincones de la capital que te ayudarán, no sólo a desconectar, sino también a abrir tu mente.

8. SI VIENES A DISFRUTAR DE MALASAÑA, SIEMPRE SERÁS BIENVENIDO, PERO ESO SÍ… ¡RESPETA!
Quienes vivimos en Malasaña está claro que estamos habituados – y en el fondo nos encanta – tener gente alrededor, si no nos iríamos a vivir a otro barrio más tranquilo y listo. Lo que nos gusta es salir a la calle y escuchar risas, bullicio, ver movimiento, en definitiva. Pero eso sí, también nos gusta el silencio – sobre todo cuando al día siguiente te tienes que levantar temprano para ir a trabajar – así que aunque entendemos que vivimos en una zona que no descansa durante las 24 horas del día, agradecemos una infinidad que la gente respete el descanso y la limpieza. Un favor sencillo, ¿Verdad?

9. MALASAÑA ES COMO LAS RELACIONES, A VECES QUERRÁS NO SEPARARTE NUNCA DE ELLA Y OTRAS EN CAMBIO DESEAS PERDERLA DE VISTA
¿Nunca habéis tenido una relación de la que estáis profundamente enamorad@s, pero que hay momentos – cuando se va de viaje o sale con sus amig@s – que os sentís tremendamente a gusto sol@s en casa? Pues eso es precisamente lo que nos pasa con Malasaña a los que somos vecinos del barrio. A mi personalmente me encanta la vida aquí, pero cuando he comprado un billete para irme el fin de semana a mi ciudad, desde el lunes estoy deseando que sea viernes y pasar unos días en un lugar tranquilo, en el que poder recorrer las calles caminando sin hacer uso del metro, bajar con 20 € y que te lleguen para ir a cenar y tomar unos vinos, cruzarte con gente que conoces de toda la vida… Pero de pronto, el domingo cuando coges el tren de vuelta a Madrid, tienes la sensación agradable de volver a ver ese «barrio-novi@» y hasta llega a importarte tres rábanos que una hamburguesa pueda llegar a costarte 12 €… ¡Ya puedes volver a abrazarla! Eso es amor, querid@s, amor del bueno…

10. MALASAÑA ES EL MEJOR BARRIO DE MADRID… ¡Y QUE ASÍ SIGA SIENDO!
A mí sinceramente me da igual que la gente diga que este barrio fue mejor en épocas pasadas, que ha perdido su esencia y que ahora sólo hay hipsters, cupcakes y cervezas artesanales. Yo lo he conocido hace algo más de tres años y he de decir que estoy casi segura de que con el tiempo – quizás cuando pasen unas cuantas décadas – y volvamos aquí con el pelo canoso y un bastón en la mano, diremos que vivir en Malasaña fue una de las mejores experiencias de nuestra vida. Para mí es el mejor barrio de Madrid, me da vida – aunque a veces me la quite – y sí, me estoy reenamorando poco a poco de él, porque como las relaciones largas, nosotros dos también hemos tenido nuestros baches y crisis. Pero yo amo Malasaña, no lo puedo evitar…
Muy bien!!!
Me gusta mucho el articulo y las fotos ! 🙂
Una vecina de La Latina