Sobre el amor y las segundas oportunidades

No sé cuántos de vosotros habréis pasado por una ruptura sentimental, posiblemente muchos de los que ahora estáis leyendo este artículo. Ahora pensad, ¿recordáis la primera vez que  sentisteis que el corazón se os rompía en mil pedazos? Yo recuerdo esa sensación como un dolor en el pecho inexplicable y una angustia tan grande que cada vez que cerraba los ojos era como caer en un pozo oscuro sin fondo. Si lo pienso con perspectiva, debo decir que hasta me da una mezcla entre risa y ternura, porque yo era una adolescente y en aquel momento creía que jamás podría volver a querer a alguien y que mi vida ya no tendría ningún sentido. Pero todo pasó, y aunque llené diarios con su nombre, luego llegaron otros amores que también marcaron mi vida, aunque no de la misma manera. Y es que al amor adolescente yo le guardo el mayor de los respetos, porque pocas relaciones a lo largo de los años vuelven a resultar tan puras y tan transparentes y precisamente por eso, duelen tanto cuando terminan.

El tiempo, la edad y posiblemente las experiencias que he vivido, me han hecho variar mucho el concepto del amor y aunque soy de las que sigue creyendo en el «amor romántico» (por muy poco feminista que pueda sonar), también creo que eso es solo una fase en una relación y que a la larga hay cosas que resultan mucho más importantes. Coincidir con la persona adecuada, es tremendamente complicado, pero si a eso le añades coincidir en el momento adecuado, os lo aseguro, es el premio gordo de la lotería.

Durante mucho tiempo, basándome en la relaciones a las que mi entorno me tenía acostumbrada, creí que en el amor, una vez te comprometías, era para siempre y que si una relación no superaba los baches u obstáculos que le ponía la vida y decidía poner punto y final a su historia, ya no había marcha atrás. Es curioso, porque mi cabeza llegó a pensar que el amor era el único aspecto de la vida en el que jamás debían existir las segundas  oportunidades: puedes perdonar a un amigo si te falla y que todo vuelva a ser como siempre, puedes reincorporarte a un trabajo por segunda vez si te ofrecen un nuevo contrato, puedes intentar volver a montar en bicicleta aunque la primera vez te hayas caído, pero en el amor, si algo falla, borrón y cuenta nueva, porque segundas partes nunca fueron buenas.

No seré yo quien diga que dar segundas oportunidades en el amor es tarea sencilla, pero sí que creo en ellas e incluso podría deciros que darse un tiempo, en ocasiones, es sano e incluso la mejor opción. Lo que debes tener en cuenta cuando retomas una relación es que posiblemente tu concepto sobre el amor ya no sea el mismo que la primera vez. Cuando rompes con alguien, tienes mucho tiempo para reflexionar, para recapacitar sobre los fallos – porque una ruptura siempre es cosa de dos, aunque a veces resulte más sencillo culpar solo a la otra parte – e incluso si seguís manteniendo una relación civilizada, sirve para mantener conversaciones en las que la sinceridad es el ingrediente principal (y aunque a veces duelan, suelen ser muy sanadoras).

Retomar una relación es complicado y requiere mucho trabajo, posiblemente más que la primera vez, y no, no es como partir de cero, no es una hoja en blanco ni un «lo olvidamos todo». Una segunda oportunidad, aunque la cojas con todas las ganas del mundo, conlleva un peso a tus espaldas, unas experiencias vividas que no puedes eliminar de tu mente por arte de birlibirloque. Si quieres que funcione, tendrás que aprender la dura tarea de pasar página sabiendo todo lo que sabes y teniendo en cuenta que esa sensación de mariposas en el estómago posiblemente no vuelva a aparecer (lamento deciros que eso solo sucede en las primeras veces). Las segundas oportunidades, en mi opinión, suelen ser mucho más realistas, más honestas y más racionales y eso, aunque para algunos pueda resultar menos romántico, a mí me parece muy bonito.

Con la edad he aprendido algunas cosas: me sigo emocionando cuando voy por la calle y veo a un matrimonio mayor que pasea de la mano tras más de cincuenta años casados, o cuando veo instantes románticos entre una pareja que lleva mucho tiempo juntos, pero igual de emocionante me resulta  asumir que el amor tiene sus fases y que a veces, es mejor darse un tiempo, no hacerse daño y volver a encontrarse en el camino, si esa es una decisión meditada por ambas partes.

Creo que lo más importante en estos casos es no obligarte a nada, ni sentirte culpable si las cosas no salen como tú esperabas. A veces, las segundas oportunidades tienen un «final feliz» en el que ese momento de separación se convierte en un instante pequeño dentro de una vida entera, y otras veces no funcionan y sirven para darse cuenta sin arrepentirse de no haberlo intentado. Pero no te dejes llevar por opiniones ajenas, por el qué dirán  o forzarte a sentirte bien con alguien si no es así para evitar pasar de nuevo por el momento de la ruptura. Separarse de alguien es doloroso, un peaje que hay que pasar cuando algo se termina, pero nadie se muere de (des)amor, eso es lo único que tengo claro.

El amor tiene muchas formas y muchas maneras de vivirlo. Nadie puede decidir la manera en la que tú lo debes vivir, pero eso sí, el amor más importante y en el que nunca debes de fallar es en el de querete a ti mismo, porque sin él, es tela de difícil ser feliz. Lo demás, ya lo irá diciendo la vida.

Y tú, ¿eres de los que opina que segundas partes nunca fueron buenas o crees que pueden superar incluso a la primera parte?

Malasaña, mi visión más honesta

Llegué a Malasaña en el año 2012, un momento en el que ya lo más nostálgicos de décadas pasadas decían que la esencia de este barrio se había perdido por completo, pero si os digo la verdad, me parece que por aquel entonces todavía existía un equilibrio entre lo tradicional y lo actual que hacían de este un lugar perfecto para vivir, disfrutar de tu tiempo de ocio o pasear tranquilamente un día entre semana por la mañana.

Por aquel entonces, yo era una recién llegada al barrio y aunque reconozco que estaba embelesada por tanta novedad, viéndolo con perspectiva, lo entiendo perfectamente: El Malasaña de entonces era un barrio que enamoraba a los visitantes y que a los vecinos – aunque de vez en cuando nos riésemos de los barbudos que paseaban con pajaritas comiéndose magdalenas de 3,50 € – nos resultaba un placer vivir en una zona muy cercana a Gran Vía pero que para nosotros era un pequeño pueblo en el que nos dábamos los buenos días con el frutero o la vecina del rellano. Sin duda, me enamoré de Malasaña con razón.

Con el tiempo, términos como hipster, muffin, cupcakes o gentrificación, entre otros que sonaban un tanto despectivos, comenzaron a vincularse con Malasaña y en lugar de identificar este barrio con la música, el arte, la cultura o La Movida, tal y como se había hecho décadas atrás, empezó a asociarse con conceptos mucho más frívolos.

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Barrio de Malasaña, Madrid.

Durante mucho tiempo defendí que cada década en este barrio ha supuesto una manera diferente de verlo y aunque a muchos nos hubiese encantado vivir aquí la década de los ochenta, seguramente por aquel entonces también había vecinos desesperados gritando por la ventana que las siete de la mañana ya no son horas para andar de fiesta o que qué espanto pasear un sábado por la mañana entre latas de cerveza y algún que otro borracho que se había quedado dormido en tu portal. También sé que los noventa no fueron buenos tiempos para Malasaña, que más de uno pagó los excesos de la década pasada y que eran muchas personas las que no se atrevían a volver a casa solas tras una noche de bares con amigos, porque abrir tu portal podía significar encontrarte a alguien dentro en un estado más que cuestionable.

Pero llegaron los 2000 y para muchos (que no todos) el resurgir de Malasaña: gente joven con un cierto poder adquisitivo que se interesaba por vivir en el centro de Madrid, crear sus negocios en el barrio y apostar por fomentar un comercio pequeño, alejado de las grandes superficies y las cadenas de comida rápida. Tal vez este cambio no resultaba del gusto de todo el mundo (como  todo en la vida) pero atrajo público, curiosos y los vecinos que resistieron durante años, volvieron a respirar tranquilos paseando por las calles, aunque el ocio nocturno no les dejase dormir del todo bien (esto no ha cambiado desde tiempos inmemoriales): Malasaña era un barrio del que volvía a hablarse y se alababa poder encontrar en él un clásico como el Casa Camacho, un lugar donde encontrar tornillos de todo tipo, una zapatería para arreglar las tapas, pero también una pop up que apostaba por nuevos talentos y diseñadores o una cafetería que de pronto incluyó en su carta los brunch de los que hasta entonces jamás habíamos escuchado hablar salvo en los todo incluidos de las islas Canarias.

Pero desde entonces, y creedme que me duele muchísimo decirlo, esto ha cambiado y no precisamente a mejor. No sabría deciros exactamente a partir de cuándo, yo diría que más o menos a finales de 2015, y aunque muchos tratan de seguir dando luz a este barrio, cada vez hay que hacer un esfuerzo mayor para que destaque, porque la gente está desencantada, y con motivo.

Malasaña está dejando de tener identidad. Esto está sucediendo porque cada vez resulta más complicado vivir en este barrio: arrendadores que suben el precio del alquiler porque saben que los apartamentos vacacionales (hasta el momento tan poco regulados y tan ilegales en Madrid centro) les pueden dar el doble o el triple de ganancias (y sin declarar, la mayoría de las veces); en el mejor de los casos, podrás tener un arrendador que te permita continuar con un alquiler mensual asumible, pero puede que tu edificio se llene de apartamentos que se alquilan por días y lleguen turistas con ganas de disfrutar el barrio al más puro estilo Magaluf, sin respetar el descanso de los vecinos – porque ellos están de vacaciones, sea martes o sábado – maleta va, maleta viene.

Este último año han ido echando el cierre algunos de los bares de toda la vida para ser sustituidos por locales de comida rápida. No estoy en contra de que abran nuevos negocios ni de culpar a los recién llegados de la situación que vive el barrio, porque cada uno aprovecha su oportunidad y debo reconocer que frecuento algunos de los lugares que han abierto hace poco y me gustan, pero el problema viene cuando dejan de ser una opción para convertirse en una imposición: en Malasaña puedes disfrutar de comidas de todo el mundo y que te las preparen en un tupper para no tener que esperar mesa, pero ojo, que si lo que quieres es una caña bien tirada a un precio normal con unas aceitunas o un pincho de tortilla, ahí lo tienes cada vez más complicado. Y sí, puede que el Bar Prado o la Cafetería Dominó no fuesen lo más glamuroso del universo, pero cada mañana cuando paso por la Corredera Alta de San Pablo, caray, cuánto les echo de menos.

Algunos de los negocios que más me gustaban han tenido que decir adiós porque mantenerse en una de las calles más comerciales resulta prohibitivo para un pequeño comercio: adiós a tiendas que apuestan por una moda sostenible, adiós a negocios que traen al barrio productos de calidad e iniciativas vecinales, adiós a quienes quieren instalarse aquí y les piden alquileres de más de 4.500 €. Con situaciones así, dentro de poco solo podremos dar la bienvenida a franquicias (y no creo que tarden demasiado en llegar). Hay quien no se da cuenta de que Malasaña atrae por todo eso que poco a poco se está marchando: si dejamos de tener lugares con identidad, si los sustituimos por negocios que venden cubos de cerveza a 5 €, a ver quién va a querer quedarse en un apartamento vacacional aquí, porque Malasaña va a ser como estar en el centro comercial de Xanadú.

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Plaza del Rastrillo, Malasaña.

¿Y qué pasa si de repente en tu calle se instala un camello que atemoriza a todo el vecindario? ¿Qué pasa si de repente te asomas a tu corrala y hay una cola como si fuese Doña Manolita para conseguir todo tipo de drogas? ¿Qué pasa si tus hijos ya no pueden jugar en la plaza o en la única zona habilitada para niños porque alguien ha decidido que los columpios son la mejor zona para vomitar o para dormir la mona? ¿Qué pasa si los servicios de limpieza ya no dan abasto con toda la suciedad que deja el ocio nocturno? ¿Qué pasa cuando se convierte en algo habitual encontrarte a alguien tirado en la calle cada día cuando bajas a pasear a tu perro? ¿Qué pasa cuando los gritos o las peleas empiezan a ocupar más espacio en el periódico local que las cosas bonitas que pasan en Malasaña? Pues esto es lo que ha pasado, aunque a muchos de nosotros nos duela reconocerlo.

El barrio está herido, esperemos que no de muerte y que pueda recuperarse, pero siento que Malasaña desde hace décadas vive sus ciclos vitales y ahora le está tocando uno de esos que no resulta nada agradable para quienes vivimos aquí. Seguramente habrá quien lo resista y se agarre con fuerzas a estas calles y posiblemente, dentro de unos cuantos años, tendrá su recompensa y volverá a vivir una época dorada. A esa gente yo le deseo lo mejor, pero siento que mi ciclo como vecina de Malasaña está tocando a su fin. Tal vez no solo sea el barrio, tal vez yo cada día peino más canas y busco más tranquilidad, pero me gustará venir a trabajar aquí, disfrutar del ocio (cuando así lo desee) y poner distancia. Como en toda relación de amor, a veces hay que darse un poco de independencia, ¿no creen?

26 slow fashion challenge by Cynthia Bagué

Hace unas semanas decidí dedicar menos tiempo a las redes sociales e invertir todas esas horas en escribir artículos que realmente me motivasen. Una de las ideas que tuve fue dedicar un espacio especial al consumo responsable dentro de este blog y precisamente cuando me disponía a comenzarlo, Cynthia Bagué propuso en su cuenta de Instagram el #26SlowFashionChallenge, más centrado en la moda que en otros aspectos, pero que me parece muy interesante responder, a pesar de no ser una gran entendida de este mundo. En mi cuenta de Instagram iré subiendo poco a poco algunas de las respuestas, pero me apetecía poder dejarlo aquí plasmado con recomendaciones para todo el mundo. Son 26 preguntas, así que trataré de ser muy concisa para que este post no se os haga eterno. Ojalá os guste y, sobre todo, ojalá os animéis a hacerlo y sumaros a este movimiento:

👚 ¡HOLA MUNDO!, ¿QUIÉN ERES?

Soy Adriana, una coruñesa afincada en Madrid que un día se vio preparando una mudanza y descubrió que su armario estaba lleno de prendas todavía con etiquetas y que ni siquiera recordaba cuándo las había comprado. Ahora mi armario es una burra pequeñita en la que (casi) cada prenda es especial y tiene una historia detrás. Me encanta que la gente me diga «¡Qué bonita es esa camisa!» y poder contestar que me ha costado 2 euros en un mercadillo, que ha sido heredada o que la he intercambiado por otra. Poder entrar a las tiendas, mirar y no tener la necesidad de comprarme nada es una de las cosas que me ayuda cada día a ser un poquito más feliz.

👚 LA ÚLTIMA PRENDA QUE HAS COMPRADO

Una de las últimas prendas que he comprado es esta camiseta con la que salgo en esta fotografía. Me costó 3 euros en la penúltima edición del Adelita Market, un mercadillo que se celebra un sábado al mes en la Plaza Dos de Mayo (Malasaña) y que trata de promover el consumo responsable dándole una segunda vida a todas aquellas cosas que tienes en casa y que ya no utilizas.

👚 UNA FOTO ANTERIOR DONDE YA UTILIZASES VINTAGE O SEGUNDA MANO

Esta fotografía es del año 2012, recién aterrizada en Madrid. En esa época me encantaban los estampados llamativos y recuerdo que esa camisa me la ponía siempre que tenía un evento que yo consideraba importante. Me la compré en una tienda vintage de Malasaña que ya no existe; se llamaba Ana Paradelo y estaba en la Calle Espíritu Santo.

👚 UNA PRENDA QUE HAYAS HEREDADO DE OTRA PERSONA

Las prendas que más me gusta heredar son las que han utilizado mi madre (mi «herencia» preferida de ella son unos botines marrones), mi padre (me encantan sus pijamas, aunque mi prenda preferida es un chaquetón militar que me regaló hace unos años y que tiene más de cuatro décadas) o mis familiares en general. Recuerdo que cuando todavía estaba en el colegio me encantaban unos pantalones de pana verdes de mi abuelo que mi madre aborrecía y que yo me ponía sábado sí, sábado también.

👚 ¿CÓMO ES TU ARMARIO?

Mi armario actualmente es una burra en la que tengo casi todas mis prendas y que voy cambiándolas dependiendo de la estación del año. Para mí resulta realmente práctico porque lo tengo todo a la vista y las cosas que más espacio ocupan, como los abrigos y cazadoras, están en el armario de la entrada.

👚 UNA PRENDA CON LA QUE HAYAS VIVIDO UN MOMENTO IMPORTANTE DE TU VIDA

Una vez una maquilladora me propuso hacer de modelo y recrear diferentes décadas. En estas fotografías podéis verme tal y como ella me vistió para la etapa de los ochenta y lo cierto es que me sentía muy guapa con ese sombrero y ese estilismo.

Me encantan los sombreros, aunque no suelo ponérmelos con mucha frecuencia, pero me parece que son uno de los accesorios que más favorecen a las mujeres.

👚 CAMBIO MÁGICO EN UNA PRENDA QUE NO TE CONVENCÍA Y AHORA ADORAS

Lo cierto es que no tengo demasiado ingenio para la costura, así que suelo probarme las prendas antes de llevármelas a casa (algo que antes no hacía nunca jamás y por eso muchas se quedaban en los cajones con la etiqueta puesta) y valoro si me favorece, si le puedo dar un aire más personal con el resto de las prendas y accesorios de mi armario y en el caso de que no me convenza, prefiero no llevármela. ¡Que alguien me enseñe a coser, por favor!

👚 CALIDAD ANTES QUE CANTIDAD: ESA PRENDA

La fotografía no es muy buena, pero sin duda, este abrigo es la prenda que tengo en mi armario de mayor calidad. Me lo regalaron mi madre y mi hermana hace dos navidades: lo vi en el escaparate de una tienda de A Coruña de moda marinera y me enamoré perdidamente de él. Es calentito y muy grande y lo cierto es que para mí es un verdadero tesoro. Creo que jamás voy a tener un abrigo que me guste más.

(Por si os interesa, la tienda es Náutica Pombo y está en la Avenida Primo de Rivera nº 8).

👚 ANÉCDOTA MÁS CURIOSA DE CÓMO CONSEGUISTE ALGUNA PRENDA DE TU ARMARIO

Hace unos años se hacía en la Plaza Dos de Mayo un trueque entre vecinos. Un día que salí a pasear y que no me había planteado participar, pasé por allí y vi un pañuelo precioso. Le ofrecí a su dueña dinero, pero no lo aceptó (ahí estaba la gracia, el dinero en ese mercadito no tenía valor) así que desistí y me fui a tomar un café a una terraza. Al cabo de un rato, su dueña se acercó y me lo regaló (también me regaló un chaleco) y durante mucho tiempo lo llevé al cuello siempre que utilizaba camisas blancas.

👚 PRENDA QUE HAS LLEVADO AL MENOS 20 VECES

Vale, tampoco esta fotografía es la mejor del mundo mundial, pero este jersey – que también conseguí en el Adelita Market en una edición pasada por menos de 5 euros, no recuerdo exactamente el precio – lo he llevado prácticamente todo el invierno. Me encanta su tacto, la forma de su cuello, las mangas, el color y el estampado elegante y discreto a la vez. Combina con todo y esta fotografía me la hice para enviársela a mi hermana, que siempre dice que encuentro verdaderas gangas en los mercadillos y reconozco que es un don del que me encanta fardar.

👚 ICONOS DE ESTILO

Lo cierto es que no estoy yo muy puesta en temas de moda y tampoco podría decir que tengo grandes referentes, pero sí hay mujeres que me inspiran por su estilo como Susan Sarandon – a nadie le sientan las prendas vaqueras como a ella – Carey Mulligan y, aunque nada que ver con las dos anteriores, me fascinaba (y me sigue fascinando) la personalidad que lograba dar a las prendas, a los accesorios o a los peinados Bimba Bosé.

👚 ¿DÓNDE COMPRAS TU ROPA?

Cuando vivía en Coruña compraba casi todo en grandes cadenas, pero lo cierto es que ya en Madrid mi manera de comprar comenzó a cambiar: empecé a frecuentar más el pequeño comercio (sobre todo las tiendas vintage y de segunda mano) y ahora, cuando me lo puedo permitir, me gusta apostar por diseñadores independientes que encuentro en tiendas o ferias y también me sigue encantando ir a mercadillos o tiendas como Humana cuando sé que se pueden encontrar verdaderas gangas.

Aun así, sigo visitando las tiendas comerciales, sobre todo para las prendas más básicas, aunque cada vez trato de invertir menos en ellas.

👚 UNA PRENDA TUYA CUYA VIDA HAS ALARGADO REPARÁNDOLA

Hace muchos, muchos años, cuando Inditex no era este pedazo de imperio que es a día de hoy, sus abrigos eran de una calidad excelente y sentaban a las mil maravillas: podías invertir una cantidad de dinero no muy grande y encontrar una prenda que podías utilizar durante años (sí, antes esas cosas pasaban en Inditex). Pues en esa época, mi madre le compró un abrigo negro a mi hermana con cuello chimenea que se adaptaba a la perfección a cualquier estilo y que por aburrimiento (no por desgaste) mi hermana terminó regalándome al cabo de (mucho) tiempo. Con los años, más de una década después, el forro comenzó a estropearse y decidimos arreglarlo y aunque ahora ya no me lo pongo tanto, ahí sigue, con intención de dar  guerra unos cuantos años más.

👚 UN CONSEJO SOBRE MODA

Cuando comienzas a consumir moda de manera responsable, te das cuenta que lo mejor es contar en tu armario con básicos y tonos neutros de los que sepas que no te vas a aburrir. En mi caso, mis básicos son los pantalones vaqueros y las camisas de colores lisos. Y por supuesto, contar con alguna pieza especial, única y que se salga un poco de lo que llevas de manera habitual para esos días en los que te apetece vestirte diferente. ¡Ah! Y otra cosa que no puede faltar, sin duda, los jerseys de cuello alto para los meses más fríos.

👚 SOSTENIBILIDAD EN OTROS ASPECTOS DE TU VIDA

Como ya comenté al principio de este post, estoy creando una nueva sección en el blog sobre consumo responsable, así que muy pronto os hablaré de manera más detallada sobre la cosmética y la alimentación responsable. Estos últimos años he aprendido mucho sobre estos temas y, aunque tal vez no podamos hacer todo bien, al menos podemos aportar nuestro granito de arena con pequeños gestos.

👚 PRENDA VINTAGE PREFERIDA

Cuando tenía 13 años, mis tías me regalaron las Doc Martens y por aquel entonces me empeñé en que las quería moradas. Además de todo lo que me las puse durante mi adolescencia, hice el Camino de Santiago cuatro veces con ellas y este año las llevé al zapatero para que me las tiñese de color negro. Siguen como nuevas y, sobre todo en invierno, me las sigo poniendo muchísimo. Ahora que lo pienso, tal vez ellas sean la prenda con la que he vivido algunos de los momentos más especiales de mi vida.

👚 PRENDA HECHA DE MANERA LOCAL

Cada año por mi cumpleaños me autorregalo alguna pieza especial (ropa o accesorio) hecha por algun@ diseñador@ independiente. Repetí dos años con Miss Bijoux, que hace bisutería collage en la que mezcla diseño gráfico con cosas nuevas y otras antiguas recicladas, todo personalizado y mágico. Os recomiendo muchísimo que le echéis un vistazo a su web porque cada pieza es especial y estoy segura de que os encantará. Sé que la pregunta era sobre una prenda, pero son accesorios tan únicos y bonitos que necesitaba mencionarlos en este post.

👚 TU ÉPOCA O DÉCADA FAVORITA EN LA MODA

Si tuviese que elegir una estética, me encanta la década de los 80 en las mujeres y los 90 en los hombres, aunque en realidad lo que más me gusta es que cada persona adapte las décadas a su estilo y personalidad porque eso es lo que les hace auténtic@s. Lo que menos me gusta son las tendencias y las modas de temporada, me aburren y las veo muy poco originales.

👚 DIY RECIENTE

Como ya os dije, la costura no es lo mío, pero hace un tiempo me compré unos encajes muy bonitos en una mercería y con ellos y unos enganches de la zona de Pontejos (Madrid) me hice unos chokers adaptados a mi estilo que me quedaron muy pintones.

👚 HISTORIA DE AMOR CON UNA PRENDA

Os contaré un amor imposible: hace unas semanas fui a una tienda Humana de Madrid y ví un jersey rojo que me encantó. Costaba 3 euros y hacía mucho calor, así que decidí pensármelo antes de comprármelo porque creía que con la llegada del buen tiempo ya no le sacaría partido. Pensé en él cada día y a la semana siguiente volví a ver si lo seguían teniendo (además habían puesto todas las prendas a 1 euro), pero ya no estaba. Ahora no dejo de pensar cada vez que me visto que ese jersey me habría quedado estupendo con cualquier conjunto. Espero que quien se lo haya comprado le esté sacando mucho partido.

👚 UNA PRENDA QUE LE HAYAS DADO A OTRA PERSONA

La última vez que hice una mudanza organicé todas mis cosas a las mil maravillas, sin métodos de libros que se venden como churros, a mi manera, pero mi casa quedó estupenda. Organicé varias cositas que ya no me ponía (sobre todo complementos) y se los regalé a una amiga que sabía que les sacaría mucho más partido que yo. Ahora, cada vez que la veo con uno de ellos, me encanta saber que su segunda vida está siendo mucho más fructífera que la primera. Si no te pones algo, ¡regálalo, dónalo o véndelo en algún mercadito! 

(En la fotografía, mi amiga Estíbaliz lleva uno de los collares que le regalé y le queda mil veces mejor que a mí).

👚 CUENTAS DE INSTAGRAM QUE ME INSPIRAN

No soy yo muy instagramera, la verdad, pero como cuenta personal me inspira la de Cynthia Bagué, sobre todo sus stories hablando de consumo responsable de manera muy cercana y personal o cuando lleva a cabo iniciativas tan bonitas como este challenge, Caras de la Información, en la que Isabel presenta personas con talentos de lo más variados y que fomentan un estilo de vida del que siempre puedes sacar algún aprendizaje, La Cierva Vintage para encontrar inspiración sobre moda vintage (y picar algo de vez en cuando) y la de Cristina Cela, propietaria de Miss Vintage Shop, que ella en sí, su negocio y su estilo para la decoración son exquisitos. Desborda inspiración por los cuatro costados.

👚 ACCESORIO FAVORITO DE SEGUNDA MANO

Precisamente de Miss Vintage Shop tengo un bolso negro pequeñito que me compré casi al llegar a Madrid por menos de 10 € que me encanta y que es el tamaño perfecto para cuando sales a dar un paseo. Lo cierto es que de esta tienda tengo muchos accesorios como gafas, pendientes o colgantes que suelo utilizar con frecuencia (y si tienes la suerte de ir y que te coincida que alguno de sus pantalones es tu talla, estarás de enhorabuena, porque en mi opinión tiene una de las mejores selecciones de prendas vintage de todo Malasaña).

👚 LIBRO O REVISTA ECO FASHION

La verdad es que prácticamente todo lo que leo relacionado con este tema y el consumo responsable en general, lo hago a través de internet, sobre todo de Twitter, y mi cuenta preferida relacionada con esta temática es la de Brenda Chávez, periodista y autora de . También me gusta mucho la cuenta de El Huerto de Lucas, donde organizan muchos eventos relacionados con moda sostenible y ecología y a través de su Twitter os podéis enterar de todo.

👚 CÓMO FORMAS PARTE DE LA FASHION REVOLUTION

Soy consciente de que en la vida no puedes hacer todo bien, pero tod@s podemos aportar nuestro granito de arena intentando consumir de una manera más responsable y menos compulsiva en todos los aspectos de nuestro día a día: comprar el pan en la panadería de tu barrio, reparar esos botines que tanto te gustan en el/ la zapater@ en lugar de comprarte otros nuevos, llevar a el/la costurer@ ese vestido que se te ha quedado corto o participar en un grupo de consumo son algunos ejemplos que, a través de pequeños gestos, ayudan a fomentar una manera de consumir mucho más responsable.  Te digo por experiencia que tal vez al principio te cueste un poco, pero verás como una vez metid@ en esta rueda, te darás cuenta que así se vive mucho mejor.

👚 TUS PLANES RESPECTO AL FUTURO DE LA MODA Y CREATIVIDAD APLICADO A TU VIDA 

En realidad mi intención es continuar esta línea de consumo en cuanto a moda se refiere, porque cuanto más sabes sobre estos temas, más consciente eres de que la manera de consumir en la que nos hemos metido es muy poco ética con el ser humano y con nuestro planeta en general y sinceramente, yo no quiero formar parte de este carro al que todos nos subimos mirando hacia otro lado y cargando nuestras bolsas de camisetas bonitas hechas en otras partes del mundo que parecen quedarnos muy lejos como para pensar por qué son tan baratas. Por suerte, creo que cada vez más personas estamos tomando conciencia sobre este tema (no solo en la moda, también en la alimentación y en otros tantos aspectos de la vida) y espero que esto cambie.

Consumir de manera responsable es un estilo de vida que engancha. Si yo he podido, tú también puedes y aunque no hagamos todo a la perfección, nuestros pequeños gestos pueden ayudar a que este planeta sea un lugar un poquito mejor. ¿Te sumas?

¡Muchas gracias Cynthia por esta iniciativa tan bonita! Síguela en Instagram: #26SlowFashionChallenge.

 

 

Sobre la tristeza y la felicidad

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Adriana Alcol, Esto es Malasaña

El año pasado pasé la época más triste de mi vida, pero a pesar de ello, tengo recuerdos especialmente bonitos de esos meses. Yo creo que la tristeza nos ayuda mucho a aprender cosas de nosotros mismos y en mi caso puedo decir que cambié muchos aspectos que no me gustaban de mí. No me marqué unas metas ni me compré una libreta bonita donde escribir propósitos, simplemente llegaron de manera natural, sin darme cuenta, pero sí con muchos esfuerzos, eso no lo voy a negar.

De las temporadas tristes se pueden sacar muchas cosas positivas y la principal es que suelen convertirte en una persona más valiente si pones algo de tu parte. Mi consejo para estas temporadas es que aprendas a escuchar a tu cuerpo y que respetes siempre las épocas «de luto»; no te obligues a ser feliz ni a ser fuerte, no es malo refugiarse de vez en cuando en uno mismo y aprender a conocerse; es más, creo que es totalmente necesario y si aprendes que el dolor es parte de la vida, ya habrás ganado una batalla.

Y así, poco a poco, llegan las temporadas de felicidad – ojo, que jamás son absolutas por mucho que las redes sociales se empeñen en que así sean – y si no aprendes a convivir con la tristeza y la felicidad a un mismo tiempo, mal llevas la vida. Para mí lo que hoy en día considero felicidad nada tiene que ver con lo que significaba cuando todavía no peinaba canas, posiblemente porque he aprendido que no se puede ser 100% feliz ni basar tu felicidad en los demás. Con el paso de los años he aprendido que la felicidad se basa en uno mismo, que nadie puede estar bien si tú no pones empeño en ello y que por mucho que te rodees de personas que quieran sacarte una sonrisa a cada instante, lo primero que debes hacer es quererte a tí mismo… ¡y cuánto nos cuesta a veces!

Pero quererse a uno mismo no es mirarse al espejo y decirse constantemente lo que uno vale, a mí eso me parece una mamarrachada; quererse a uno mismo es conocerse y sobre todo, llegar a la cama por la noche con la sensación de tranquilidad al pensar que todo lo que has hecho a lo largo de ese día te hace sentirte bien. Habrá días que no hagas nada especial, otros que hayas disfrutado cometiendo una locura, otros en los que te dejarás llevar sin pensar demasiado, otros en los que te habrás enfadado, sufrido un desencuentro e incluso otros que pasarán sin pena ni gloria (y de estos habrá muchos, aprende a asumirlo), pero para mí, lo más importante es acostarte con la sensación de reconocerte en los actos que llevas a cabo a lo largo del día – y si no es así, cámbialo aunque a veces te cueste – y jamás, nunca jamás, irte a dormir enfadado, esa es quizás la peor sensación que te puedes llevar a la cama; yo mentiría si os digo que a veces no me pasa, que todos somos humanos, incluso quienes viven a base de compartir mensajes positivos en Twitter e Instagram – pero en la medida de lo posible trata de que esto no te pase, y una batalla ganada más que tendrás a tus espaldas.

Y si queréis vivir momentos de felicidad en la vida, os recomiendo que dejéis a un lado el qué dirán, frases del tipo «que nunca tengan nada que decir de ti» ni similares, muy propias de nuestras abuelas (o por lo menos de la mía) porque creo que estar pensando constantemente en lo que puedan decir de ti – bueno o malo – te impide en muchas ocasiones vivir la vida como quieres. Yo he tenido momentos de «tierra trágame», otros en los que me he lanzado a decir cosas que posiblemente no debería, otros en los que he metido la pata hasta el fondo y más allá y otros en los que quizás he actuado de maneras que no son propias de mí, pero ¿sabéis qué os digo? Que (casi) todos ellos me han proporcionado anécdotas que a la larga incluso han resultado divertidas o que me han definido un poco más cómo soy o como quiero ser. Cometer locuras o dejarse llevar a veces es necesario y muy sano, sin que ello signifique que pretendas ser el centro de atención, pero de verdad, dejar de hacer cosas por el miedo al que dirán es una de las situaciones más tristes que te puedan pasar. Vive como quieras, sin hacer daño a nadie y trata de encontrar a lo largo de tu vida los mayores momentos de felicidad, esa es la clave.

Ser feliz es lo mejor que te puede pasar y últimamente yo lo relaciono mucho con la tranquilidad, pero la felicidad para cada uno significa algo diferente. No tengas miedo de decir que eres feliz, no es malo y por lo tanto no debes sentir pudor, sin que ello signifique que  tengas que mostrárselo al mundo en fotos, estados o actualizaciones. Posiblemente cuando seas realmente feliz, te olvides de sacar el móvil y subirlo en una red social, porque estarás ocupado viviendo. Ese es quizás uno de los mayores secretos de la felicidad: compartirla con quien realmente te importa.

Y tú, ¿Cómo te sientes?

Lo que yo entiendo por amor

 

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Cuando era (muy) pequeña me enamoré de un niño de mi pueblo. Creo que a día de hoy podría decir que fue el amor más puro y real que he sentido en mi vida. Él vivía en Madrid y yo en Coruña, así que sólo le veía los 15 días de Agosto que pasaba con mi familia allí. Apenas hablábamos, pero cada palabra o mirada que cruzábamos, se me quedaba grabada a fuego y podía reproducirlas a la perfección en mi cabeza durante el resto del año, lamentándome de no haberle dado otra respuesta o imaginando que le veía y le decía que se casase conmigo – sí, sí, hasta esos extremos de enamoramiento llegó aquel dulce muchacho. Me habría vestido de blanco con cinco años si él me lo hubiese pedido; creo que hasta el día de hoy ha sido la única persona que ha conseguido que yo haya llegado a pensar en boda. Hasta ahí llegaba mi amor.

Con el paso de los años, cuando ya estábamos en la universidad y cada uno tenía su vida, le confesé que había sido mi primer amor y él me dijo que yo también le había gustado – a ver, era el popular y tenía muchas pretendientas, así que creo que su amor hacia mí no llegaba al mismo extremo, para ser sinceros. Tengo la impresión de que yo a él le «molaba» y eso está a años luz de mi amor hacia él, pero bastó para darme cuenta que lo mejor cuando alguien te gusta es decírselo, con naturalidad y sin esperar que siempre sea correspondido, pero no quedarte nunca con eso dentro.

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Y tras ese primer amor, sincero y puro, llegó la edad del pavo, las hormonas revolucionadas y los primeros besos y entonces me enamoré de un niño de mi colegio, mayor que yo, por el que sufrí dolorosamente durante más de dos años en los que me resultaba imposible fijarme en otra persona. A diferencia de ese primer amor, éste dolía mucho, no sé explicaros; con él me centré más en la pena y el tormento, porque con él sufría. No era bonito visto desde la distancia, pero para mí cada lágrima merecía la pena – así de tontunos nos volvemos en la adolescencia y quien diga que ésto no le ha pasado, miente – y la felicidad era absoluta cuando me cruzaba con él de camino al autobús, me sonreía y me decía «hola». Lo que para él sería un simple saludo, para mí era el momento más importante del día; dependiendo de la sonrisa pensaba que le gustaba, que era tonto o que le quería matar por no ser mi novio… ¡Y así durante dos años! Y llegó el verano y me crucé con él un día de la mano con una chica, feliz y con ojitos de enamorado, y decidí que mi vida no podía seguir así – a veces los adolescentes también tienen su punto de racionalidad – y felizmente decidí que lo mejor para gestionar el mal de amores era que me gustasen varios a la vez, aunque de esa época debo decir que ninguno llegó a mi corazoncito. Los amores adolescentes marcan el resto de tu vida, de eso estoy convencida y este niño mayor de mi cole me hizo entender que a veces no es bueno estar tan enamorada, porque una – por lo menos yo – se vuelve rotundamente gilipollas.

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Y entonces llegó la época de la (supuesta) madurez y ahí me dejó de resultar fácil eso de enamorarme. En este punto he comprendido que los amores que duelen y que te hacen sufrir, como que no los veo. No creo eso de quien te quiere te hará llorar, a mí eso me parece una tremenda tontería, así que si no estás bien con alguien, mejor sola; en esta época debo decir que creo que me han marcado más amores cortos que largos (con una única excepción), posiblemente porque no se ha dado la opción de sufrir demasiado con ellos y siempre te dejan un buen sabor de boca. Seguramente quizás denote un poco de inmadurez mi visión sobre el amor en esta época en la que se supone que ya debería estar planteándome cosas más serias, pero así lo siento y así os lo expreso.

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Para mí es realmente complicado encontrar el amor verdadero, o que coincidas con él en el tiempo y las circunstancias para que se pueda dar una historia bonita, pero una vez lo consigues, creo que puede ser realmente maravilloso, porque aunque seguramente algunas veces duela, te haga sufrir o sientas dudas – ojo, siempre con un límite dentro de lo normal, que no todo van a ser mariposas en el estómago y eso lo asumo – siempre hay algo que supera todo eso y es la complicidad de estar con alguien e imaginar tus últimos días con esa persona, cogidos de la mano y recordando todo lo bonito que has vivido con ella. Si llegas a ese punto, te doy mi más sincera enhorabuena, porque reconozco que la vida es mucho más feliz cuando se está enamorado de alguien y cuando compartes tu alegría con la persona que has escogido compartirlo todo.

No os cerréis al amor jamás, pero que eso nunca signifique que soportéis cualquier cosa por estar con alguien, porque como todo en esta vida, el amor también tiene límites y están en que nunca dejes de ser tú mism@.