Empieza Septiembre, nuevo curso escolar, y he decidido hacer algunos cambios en mi vida. Os adelanto que para mí éste está siendo un año triste de cojones. Es así, no os lo puedo expresar de otra manera; triste de cojones es la expresión que mejor define mi 2015. Aún así no pierdo la esperanza ni tiro la toalla, porque todavía le quedan unos meses y todo puede cambiar, que una cosa es estar triste y otra bien distinta ser negativa, y por el momento yo no he llegado a ese punto, a Dios gracias.
El primer cambio que he hecho en mi vida es cerrar mis redes sociales personales, manteniendo únicamente las de este blog y las que tengo abiertas por trabajo, porque una estará triste, pero tiene que comer y ese tipo de cosas. Ha sido una decisión meditada, y es que últimamente tenía la sensación de que todo el mundo parece mostrar su faceta más positiva en el mundo virtual y ha llegado un punto en el que todo me parecía demasiado irreal. No quiero decir con esto que me guste la gente que muestre una total y absoluta desgracia, nada que ver, pero siento que las redes sociales nos han empujado a querer parecer siempre felices o mostrar lo mejor de nosotros mismos, todo ello disfrazado con filtros que nos hacen parecer eternamente bellos y rodeados siempre de ambientes ideales. Cada vez que veía mi Instagram sentía que mi año no podía resumirse en esas imágenes, no mostraban una realidad de lo que están siendo estos meses para mí y yo no sirvo para eso, definitivamente. También veía las redes de personas que sé que están pasando un mal momento en su vida, pero lo que reflejan es una vida plagada de placeres. No logro entender porqué tenemos que privarnos del derecho a estar tristes. No logro entender porqué tenemos que vivir una felicidad virtual permanente.
El caso, que no me quiero liar – y esto anterior quiero dejar claro que es sólo una opinión personal que sé que no tod@s estaréis de acuerdo y lo respeto – es que este año dedicaré las redes sociales – Facebook y Twitter – para mostraros lo mejor de Malasaña siempre que me sienta con ganas. Os dije durante estos meses que estaba viviendo un proceso de reenamorarme del barrio y, aunque poco a poco vuelven esas cosquillitas en el estómago, todavía hay planes que no me apetece hacer y tened por seguro que no los haré únicamente para llenar de contenido el blog. Lo que haga y lo que publique será porque realmente sienta que merece la pena y me haga sonreír. Malasaña está siendo una buena terapia para encontrar momentos de felicidad que, aunque no suelen durar todo el día, me hacen olvidar las cosas negativas durante algunas horas.
Y si hay algo que me hace sentirme motivada es retomar el canal de Youtube. Este año quiero hacer posts acompañados de vídeos, aunque todavía estoy en proceso de ver cómo los planteo, porque quiero hacerlos amenos y diferentes. Estoy recibiendo muchos consejos por vuestra parte y no os imagináis lo que lo agradezco. Vuestro apoyo es muy importante para mí, no os imagináis cuánto.
Siempre os he dicho que a pesar de que me dedico profesionalmente al mundo de las redes, creo que para generar contenidos interesantes, hay que vivir la vida real y dejar a un lado la virtual. No creo que sea necesario mostrar cada momento de nuestro día, porque absolutamente NADIE tiene una vida tan sumamente interesante. Guárdate algunos momentos para tí y para los tuyos para hacer de ellos algo especial. Veréis lo bonito que es experimentarlo, parece que lo hemos olvidado.
En mi cabeza tengo varios proyectos en marcha que me gustará contaros si van saliendo, nada que ver con el mundo blogger o virtual. Me alimenta el alma aunque sea sólo soñarlos.
Como podéis comprobar, este es un post un tanto peculiar y diferente al que os tengo acostumbrados, pero me apetecía escribirlo y desahogarme, y además así podéis entender un poco más mi punto de vista sobre algunas cosas. No quiero decir con esto que las redes sociales no me hayan aportado muchas cosas positivas, porque gracias a ellas he conocido a gente maravillosa – de hecho gracias a este blog he conocido a gente que ahora considero amigos – y profesionalmente han sido un empujón brutal para mí. Sólo quiero aconsejaros que no tengáis miedo a estar tristes, como la felicidad son fases que van y vienen, que ni Facebook, ni Twitter ni Instagram os obliguen a sonreír siempre y que guardéis una parte de vosotros mismos únicamente para la gente que queréis. Yo he empezado a experimentarlo en estos últimos meses y os aseguro que puede ser maravilloso. Y a los que estáis tristes, que sepáis que tarde o temprano, acabará saliendo el sol. Que no os quepa ni la menor duda.
¡Feliz fin de semana!
Muchos ánimos Adriana, que seguro que en breve te irás encontrando mejor. Un besazo y mis mejores deseos.
¡Gracias Javier! Seguro que sí, todo poco a poco 🙂